Crecen los bolsones de pobreza en el GBA: en agosto, los alimentos aumentaron el 27% en las villas

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Los datos no dejan de ser números, una estadística, que pueden doler cuando se los personifican. Cada nacimiento en el Conurbano es un pibe con casi un 70% de posibilidades de ser carenciado: siete de cada 10 chicos habitan en lugares sin las necesidades básicas satisfechas.

Los bolsones de pobreza en el Gran Buenos Aires no paran de crecer de la mano de una crisis social que acostumbra a ensañarse con los que menos tienen. Ya hay municipios en que la mitad de sus habitantes son pobres o están muy cerca de serlo.

Esperando el registro del Indec para la inflación de agosto, que probablemente marque un récord en los últimos 33 años tras la devaluación dispuesta por Sergio Massa el día después de su derrota en las PASO, un estudio del Instituto de Investigación Social, Política y Económica Ciudadana (Isepci) adelantó un dato que grafica como ningún otro la calamidad de la crisis, además de ayudar a entender el fenómeno de Javier Milei entre los que peor la pasan.

El relevamiento se hizo durante el mes pasado en 800 almacenes de los barrios más postergados del Conurbano, donde la gente destina la mayor cantidad de la poca plata que gana en comprar comida. La suba de precios de los alimentos arrojó 27,4%, casi cuatro veces más del 7,6% de julio y a aún más del 5,6% de junio.

«No podemos dejar de sorprendernos por la suba. Incluso no publicamos el dato hasta no rechequear todo el estudio y compararlo con los que hacemos en el resto del país. El gran salto se dio los últimos 15 días de agosto. El traslado de precios de la devaluación que anunció Sergio Massa fue instantánea, como si todos los pequeños comerciantes del país ya tenían los nuevos precios ese mismo día lunes después de las PASO», indica Isaak Rudnik.

El padre Pepe, que trabaja asistiendo al os pobres en varias villas de San Martín, es uno de los que viene advirtiendo sobre el crecimiento de los asentamientos.El padre Pepe, que trabaja asistiendo al os pobres en varias villas de San Martín, es uno de los que viene advirtiendo sobre el crecimiento de los asentamientos.

Los precios que se relevaron fueron de los 54 productos que toma el Indec para armar la Canasta Básica de Alimentos (CBA). «Hay tres rubros, Almacén con subas del 18%, Verduras con 20% y la carne, que explica buena parte del gran salto en los precios, con 48% de aumento», explica Rudnik.

La inflación genera estragos en los ingresos que mucho más temprano que tarde termina perdiendo poder de compra. La consecuencia es un desmembramiento en el tejido social. Para los jefes peronistas y opositores del Conurbano, el fracaso del Gobierno para evitar la suba de precios produce una migración forzada hacia los bolsones de pobreza, zonas sin servicios de cloacas ni gas y, en muchos casos, con casi todas sus cuadras de tierra.

Carnicerías vacías

«Varios días a la semana salgo a recorrer las barriadas de la Comuna. Visito comederos y merenderos, donde está claro que cada vez hay más gente. La inflación pos-devaluación pegó alocadamente, sobre todo en la carne. Me llamó la atención que ya hay barrios carenciados que dejaron de tener carnicerías porque casi nadie podía comprar», describe el intendente peronista de Esteban Echeverría, Fernando Gray.

Quizás, las voces más autorizadas para entender cómo laten las calles de las villas son, justamente, los curas villeros. «Es indudable que cada vez hay más gente que se viene a vivir a eso que ustedes periodistas llaman bolsones de la pobreza. La explicación es tan sencilla como triste: la profunda crisis económica hace que mucha gente del interior venga a buscar más chances de hacer algunas changas a las barriadas de las periferias de las zonas urbanas», explica el padre Rodrigo Vega, que hace dos años está al frente de la parroquia del barrio carenciado Mitre en Villa Tesei, Hurlingham, con más de 22.000 personas.

El padre Rodrigo, que antes estuvo 17 años en la villa Carlos Gardel de San Martín también resalta la gente que no puede seguir alquilando «y se mete en cualquier terreno para poder vivir», sostiene. «Es un tema que vemos con gran preocupación, sobre todo en los últimos años, tanto como el aumento de precios de los alimentos que hunde a cada vez más cantidad de gente en la pobreza o indigencia»,agrega.

Un poco más al Oeste, en La Matanza, el padre Charly Olivero es el referente de la iglesia en la villa Almafuerte, donde todos los días le da comer a 1500 personas. «Cada vez hay más gente pidiendo o con necesidades. Y si bien es cierto que hoy, a diferencia del 2002, hay muchísima más contención social, la mirada de la gente contra la casta política es la misma. Y hasta la comparto, más allá de mis fuertes reparos a la figura de Milei», le dice a Clarín.

También en La Matanza, pero en el Barrio Esperanza, está el Padre Paco, quien antes de describir lo que padece de la gente pide aclarar su posición política. «La devaluación es culpa de Macri y del FMI», anticipa para reconocer que «este gobierno también fue bastante flojito».

Cuando se le solicita que cuente lo que vive en la villa, el Padre Paco logra desmarcarse un poco y se anima a reconocer que «la gente trabaja con salarios de pobreza y el problema de los alquileres es algo que va a costar mucho solucionar porque afecta a la gran mayoría de las familias». (clarin.com)