Si algo nos ha enseñado la política formoseña es que siempre puede superarse en el absurdo. Y esta vez lo ha logrado con creces. Resulta que el gobernador Gildo Insfrán brindó su tradicional discurso de apertura de sesiones en la Legislatura Provincial el 1° de marzo, y, al parecer, no fue lo suficientemente claro ni para sus propios seguidores. ¿La solución? Organizar una campaña de jornadas barriales para «analizar, reflexionar y tratar de entender» qué quiso decir el primer mandatario. Sí, leyó bien
Formosa vive una nueva hazaña del justicialismo: convertir un discurso en un misterio místico a descifrar
El encargado de inaugurar este ciclo de interpretación política no fue otro que el ministro de Gobierno, Jorge Abel González, quien se puso al frente de esta tarea titánica: explicar lo obvio. «Estamos en un escenario tan particular que necesitamos reflexionar sobre el alcance y el significado de las palabras del gobernador», justificó.
Clases de comprensión de texto?
Así, la militancia justicialista no solo recibe órdenes, sino que ahora también necesita clases de comprensión de texto. Porque, aparentemente, el mensaje del gobernador es tan elevado que requiere jornadas enteras de estudio.
Lo que no se aclaró, si con la participación entregan certificados que otorguen puntaje docente, como hacen en otras charla de adoctrinamiento político
Las reuniones, que parecen más sesiones de política hermenéutica que encuentros de militancia pagado con dineros públicos, tienen un objetivo claro: lograr que el pueblo formoseño entienda que entre Javier Milei e Insfrán hay un abismo de diferencia. Porque, al parecer, la comparación no es evidente y hay que guiar a la militancia con la precisión de un GPS ideológico, para que puedan llegar a entender lo obvio.
Si es tan claro, porque tienen que explicarlo?
Pero lo mejor viene con la intervención del legislador Agustín Samaniego, quien no escatimó elogios a la «claridad» del discurso de Insfrán. «Siempre representa un panorama muy claro y detallado», aseguró, justo antes de proponer que se organicen más reuniones para analizarlo. Es decir, el mensaje es clarísimo, pero por las dudas, hay que desmenuzarlo en reuniones de análisis para que nadie se pierda ninguna matiz de su sabiduría.
No es la primera vez que el oficialismo formoseño nos regala estas perlas de la política. Si en algo son expertos, es en transformar cualquier acto de gobierno en una ceremonia de culto.
Ahora, la militancia justicialista tiene una nueva misión: estudiar el discurso de Insfrán como si se trata de un texto sagrado, porque, según dicen, es una «herramienta clave desde el punto de vista intelectual y militante».
Mientras tanto, Formosa sigue esperando soluciones concretas a los problemas reales. Pero por lo visto, antes de resolverlos, el oficialismo necesita primero derrochar dinero público en campañas para intentar entender lo que quiso decir su propio líder.