La economía en punto de inflexión

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Alfonso Prat Gay, el saliente ministro de Hacienda y Finanzas del Gobierno de Cambiemos, atendió ayer por última vez a la prensa para hacer un balance de su año de gestión y pronosticar lo que viene: “La tarea más ardua (de su cartera) ya está cumplida”, dijo con peculiar satisfacción. Se refirió así a la salida del cepo cambiario y el acuerdo con los (holdouts) acreedores externos, lo que le permitió a la Argentina recuperar la consideración internacional, especialmente del mercado financiero que siempre está ávido por rehabilitar clientes. Estas medidas, aunque costosas, ciertamente deben computarse como los únicos logros de un proceso económico tortuoso que remite a otra verdad insoslayable: la herencia. Justamente, en su última exposición en el cargo, el ministro Prat Gay recordó que le tocó “pagar la factura que dejó la administración anterior”. El hombre tiene razón, sin embargo es oportuno establecer definitivamente que el tiempo del reproche llegó a su fin, ya no hay espacio ni tiempo para seguir pretextando con el estropicio que dejó el kirchnerismo. Es hora de comenzar a edificar.

Por eso, el balance del paso de Prat Gay por la cartera económica tiene claroscuros. La salida del cepo cambiario que derivó en una fuerte devaluación y el arreglo con los buitres que a su vez significó más deuda externa constituían un sacrificio necesario. Era imposible eludir esas exigencias y cualquiera que estuviera al frente del Gobierno lo iba a tener que enfrentar; le tocó a Mauricio Macri en calidad de presidente y a Alfonso Prat Gay en el rol de ministro. Poca gente, bien intencionada, sería capaz de reprochar lo realizado en este aspecto. Sin embargo, faltó casi todo lo demás y ese déficit es la nota roja en la libreta de calificaciones de la gestión de Cambiemos. La economía no despegó y la Casa Rosada liquidó el crédito político en promesas que no se cumplieron. De hecho, el propio Prat Gay reconoció la falencia, lo hizo en su última conferencia de prensa en la que señaló que el crecimiento de la economía “empieza a mostrarse hacia el final de este año”, al tiempo que vaticinó que “en los primeros meses de 2017 se va a ver con mucha más claridad”. En el estribo de la gestión, el ministro echado por Macri, estimó que el proceso de recuperación económica “a partir de marzo va a llegar también al bolsillo de los argentinos”. Ojalá así sea, pero suena más a una frase optimista que a una realidad concreta. Los números no ofrecen espacio para expectativas entusiastas, todo lo contrario. Aunque el saliente Prat Gay sostiene que la economía llegó a un punto de inflexión a partir del cual va a comenzar a crecer, ya que la actividad mantuvo el nivel en el mes de septiembre, lo cierto es que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) remarcó que la actividad económica retrocedió 4,7% en octubre respecto del mismo mes del 2015 y sumó así su séptima baja mensual consecutiva. En el balance anual, entre enero y octubre la economía acumuló una caída de 2,6% en comparación con el mismo período del año pasado. En septiembre ese indicador había arrojado una baja del 3,7 por ciento. El informe del Estimador Mensual de Actividad Económica (que monitorea el Indec), en la medición de octubre último con relación a septiembre, registra que no sufrió variaciones, y así desaceleró la caída que venía sufriendo. En paralelo, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) advirtió que la producción de las pequeñas y medianas empresas industriales cayó 5,5% anual en noviembre, por lo que el sector acumuló 14 meses consecutivos en baja. La medición sectorial dimensiona el cuadro de situación, es idéntico en casi todos los rubros y es lo que empaña el balance de Prat Gay, que fue positivo en lo urgente, pero inocuo en lo trascendente. s