En los últimos tiempos, la administración municipal de Laguna Naineck ha desplegado una serie de eventos festivaleros de alto costo que, aunque vistosos, no logran ocultar las verdaderas carencias que atraviesa nuestra comunidad. Al anuncio de la inminente realización de una carrera de rally se suman los espectáculos camperos con doma de caballos, paseos en kayaks, eventos musicales con alta facturación de artistas y gastos de recursos con el despliegue de personal y maquinaria municipal, acontecimientos de dudoso impacto social, han ocupado el centro de la escena, mientras los problemas que afectan a los vecinos quedan relegados. Estos eventos, que solo benefician a unos pocos, plantean una inquietante pregunta: ¿es ésta la mejor forma de gastar los recursos públicos, cuando tantos contribuyentes claman por soluciones reales?
Los productores rurales, que históricamente han sostenido la economía local, con cultivos emblemáticos como el extinguido algodón y la producción de banana en vía de desaparición, se encuentran hoy en una situación crítica. Las pérdidas económicas debido a las inclemencias del clima son muestras del nulo apoyo del gobierno que han puesto en jaque a familias que dependen de estos productos para subsistir. A esto se suman los falsos anuncios de programas de gobierno que no se cumplen y ayudas que no llegan o que, cuando lo hacen, además de ser deficientes son insuficientes. Mientras tanto, el gobierno municipal parece estar más interesado en promocionar espectáculos que en brindar respuestas concretas a quienes de verdad sostienen nuestra economía.
En cuanto a la infraestructura, las demandas de los vecinos son claras: calles en mal estado por falta de perfilado y mantenimiento del sistema de escurrimiento de agua, necesidad de más calles asfaltadas y de enripiado, de riego urbano diario, agua potable deficiente que no llega a todos los hogares, rutas vecinales deterioradas y una red de iluminación pública deficiente. Estas son algunas de las necesidades básicas que exigen ser atendidas, y sin embargo, se priorizan acciones vistosas que poco tienen que ver con el bienestar diario de los ciudadanos. Los contribuyentes, que sostienen con esfuerzo con cada peso de sus impuestos, merecen que esos recursos se destinen a obras comunales de verdadero impacto y no a eventos fugaces que se diluyen.
Es hora que el gobierno municipal reflexione. La política no debe ser un espectáculo vacío que distraiga del abandono a los sectores productivos y de las necesidades urgentes de los vecinos. Sus permanentes reclamos se merecen una pronta y efectiva respuesta de parte de la gestión municipal. – OSCAR INSFRAN