OPINION: Massa se alinea con EE.UU. y deja a CFK a cargo del relato.

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La vice gira a la derecha. El ministro logra el apoyo de Biden frente al FMI. La “embajada” se convierte en una insólita meca kirchnerista. Dos fotos que dicen más que dos mil declaraciones.

Con la garantía de Sergio Massa en el Ministerio de Economía, la administración Biden decidió ir al rescate del gobierno de Alberto Fernández. Esa es la síntesis más apretada posible del principal hecho político de la última semana.

Esto se produjo mientras los medios dedicaban su atención al fallido ataque contra Cristina Kirchner perpetrado por un minúsculo grupo de marginales con facultades cognitivas dudosas, que comentaban sus planes magnicidas por whatsapp.

Massa viajó a los Estados Unidos a entrevistarse con las autoridades del FMI para verificar el cumplimiento de las metas del acuerdo cerrado por su antecesor, Martín Guzmán. Hay coincidencia en que el lunes el FMI anunciará que el gobierno cumplió lo prometido.

El pronóstico se funda, entre otros datos, en la reunión que Massa mantuvo con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, algo que no había logrado antes el kirchnerismo. La “foto-oportunidad” tuvo más importancia para el FMI que para la Argentina. Su mensaje a la burocracia del Fondo fue claro: este señor tiene nuestro apoyo, faciliten las cosas.

Es que con la inflación de agosto otra vez en la estratosfera (7%), la sequía de dólares y los números fiscales de un rojo subido, Washington no quiere contribuir al colapso del gobierno peronista. Pero la contrapartida es el realineamiento internacional de la Argentina.

Un realineamiento de amplio espectro, porque además de con Yellen y los funcionarios del Fondo, Sergio Massa tuvo contactos con funcionarios del Departamento de Estado, del Consejo de Seguridad y del área de Energía. De lo que se desprende que el canciller Santiago Cafiero pasó a ser más irrelevante –si fuera posible—que Alberto Fernández y que el chavismo de la política exterior pasó a cuarto intermedio.

Según trascendió, los funcionarios del Fondo y del Tesoro que dialogaron con Massa querían saber dos cosas. Si tenía en carpeta una devaluación y cuánto era el apoyo de Cristina Kirchner.

En el primer caso recibieron un “no todavía”, a pesar de que con la actual brecha cambiaria el drenaje de divisas continuará y reunir los dólares para pagar la deuda resultará imposible. Pero el impacto electoral de un reseteo del dólar es más impagable aún para el gobierno peronista. Por eso Massa se inclina por devaluaciones sectoriales como la del dólar soja. La estrategia no fue bochada, pero es insuficiente (ver Visto y Oído).

En cuanto a la magnitud del apoyo de Cristina Kirchner, la respuesta también la dio una foto. La tomada en la embajada de los Estados Unidos y difundida por el embajador Marc Stanley en la que se lo ve sonriendo y flanqueado por Roberto Baradel y Hugo Yasky. La necesidad hace extraños compañeros de lecho. Hasta los caudillos peronistas más agrestes del Norte peregrinaron un día más tarde a “la embajada” para fotografiarse con Stanley.

Baradel y Yasky representan el sector sindical ultra “K”, antiliberal y antinorteamericano, por excelencia pero se cuadraron como soldados ante la exigencia de la vice y la necesidad de Massa. Está claro entonces por qué los gremialistas peregrinaron al “santuario” del capitalismo. Lo que no lo está tanto es por qué demoraron tanto; por qué el kirchnerismo bombardeó el acuerdo de Martín Guzmán con el FMI y terminó obligándolo a renunciar y desatando una feroz corrida cambiaria que lo dañó más que cualquier acción opositora.

Entretanto la vicepresidenta volvió a subirse al escenario mediático con una homilía confusa predicada ante curas villeros y otros sectores radicalizados de la Iglesia. Sugirió que no será candidata a presidenta y retocó su estrategia respecto del atentado.

La primera reacción “K” había sido responsabilizar a la oposición y a los medios como instigadores del hecho. Pero lo ocurrido en los últimos días parece haberla convencido de cambiar el rumbo. Ahora cree que el diálogo es lo más indicado. Hasta con Mauricio Macri.

El giro le sirve, porque quedó en evidencia que sus agresores son un pequeño grupo de inadaptados y que el grueso de la sociedad desconfía de las explicaciones oficiales.

Sin embargo, el diálogo con los opositores no parece viable por al menos dos motivos. El primero, los antecedentes de ofrecimientos similares. El kirchnerismo suele tender puentes cuando sufre alguna derrota pero nunca los termina, a imitación de Báez.

El segundo es que en la oposición el sector pactista se está debilitando por diversos motivos, pero en particular a la luz de lo que pasó hace una semana en Marcos Juárez, elección en que la grieta arrasó. El único que podría sentarse con CFK sin despertar sospechas es Mauricio Macri. Esa foto conjetural significaría un golpe de knock out para Horacio Rodríguez Larreta en la disputa por el liderazgo opositor y una claudicación inocultable para la vice. (Sergio Crivelli-LA PRENSA)