Un nuevo año, nuevas esperanzas

458

El 2016 inauguró otra etapa en la política argentina y, tras doce años de kirchnerismo, el presidente Mauricio Macri puso en práctica su fórmula para gobernar el país, en un contexto de oposición fraccionada, dificultades económicas y avance de causas por corrupción. En el primer año de gestión, Cambiemos abrió el diálogo con los gremios, los gobernadores y los distintos partidos para lograr consenso en el Congreso, donde cosechó victorias y reveses, como la caída de la reforma política y sus planes de llegar a 2017 con la boleta electrónica en todo el país. La relación del PRO y la UCR funcionó de forma aceitada -pese a que el radicalismo reclama mayor participación en las decisiones-, mientras que se registraron cortocircuitos con la Coalición Cívica, la tercera pata del frente, a raíz de los reiterados llamados de atención de Elisa Carrió, que se reunió varias veces con Macri para exponer sus quejas. El Presidente hizo hincapié a lo largo del año en la “pesada herencia” kirchnerista, la transparencia de la obra pública, el blanqueo de los índices y la lucha contra la pobreza y el narcotráfico, siempre con la vista enfocada en el “segundo semestre” de mejoras económicas, que pareció nunca llegar.

El cambio de gestión se notó en la comunicación oficial, con conferencias de prensa y el fin de las cadenas nacionales, además de amplias reuniones de Gabinete y retiros grupales de los ministros. Un perfil de gestión similar al nacional se implementó en Buenos Aires, donde María Eugenia Vidal gobernó una provincia que había sido comandada 28 años por gestiones peronistas y finalizó como la dirigente de Cambiemos con mejor imagen. El contraste de estos doce meses de Macri con el ingreso a los últimos doce meses de su aliado en Corrientes, Ricardo Colombi, es que en la provincia las cosas siguieron igual. A pesar del esfuerzo y pauta oficial que pone el Gobierno del radical oriundo de Mercedes en medios de comunicación, de mostrar que la gestión correntina se dinamizó producto de su alianza con el Gobierno nacional, las cosas localmente siguen igual a como eran en los tiempos del kirchnerismo. Ayer, el Gobernador hizo un ensayo de balance de gestión y como acostumbra no abundó en detalles. Hizo un repaso de generalidades y gran parte de su alocución giró en torno a buenas intenciones. A ese destino de grandeza que al parecer espera a Corrientes en un horizonte cercano. Esa idea inculcada por la administración local de constante refundación. La detención de la líder de la Túpac Amaru, Milagro Sala, en Jujuy -acusada por un “escrache” y casos de corrupción- trascendió las fronteras y un grupo de trabajo de las Naciones Unidas pidió su liberación, algo que el Gobierno rechazó y dejó en manos de la Justicia provincial. El inicio de la gestión de Cambiemos también cambió el escenario en la oposición, especialmente en el Partido Justicialista, que tuvo que aclimatarse a su nuevo rol fuera del poder. Si bien el peronismo pudo normalizar el partido y eligió a José Luis Gioja y Daniel Scioli como sus nuevas autoridades, de sus filas -divididas entre kirchneristas y PJ más o menos colaboradores del Gobierno- no salió ningún líder claro y sigue la incógnita de lo que sucederá en las elecciones legislativas de 2017. Fueron los momentos de mayor intensidad durante un año que está a punto de culminar. Como siempre la sensación que queda es la de “faltan cosas par hacer”, una constante en la coyuntura nacional y provincial. Con cada año aparecen nuevas esperanzas, como con cada amanecer, es un poco lo que la dirigencia política quiere comunicar. Sin embargo, debe dejar de lado el optimismo y concentrarse en la realidad y sus dramas.s