Con su épica copera, Boca remontó a Deportivo Pereira, alimentó el ciclo Almirón y respira en la Libertadores

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En La Bombonera, jugaba mal y lo perdía 1-0. Advíncula clavó un golazo inolvidable y Varela, en el minuto 99, le dio la primera victoria al nuevo DT.

La noche loca de la Bombonera termina con una sonora ovación: “Olé/olé/olé/Colo/Colo”, se canta por el juvenil de apenas 18 años. Boca estuve a nada del oprobio, jugó muy mal ante Deportivo Pereira, pero por esas cosas que tiene el fútbol que no se pueden explicar, se impuso 2-1 con un gol agónico al minuto 99 de Alan Varela tras un centro de crack de Valentín Barco. Y, unos segundos después, el Colo se tiró al piso para hacer lo mismo que habían hecho los colombianos a lo largo de todo el juego: tiempo. Se vino abajo la Bombonera, entonces. Sí, el más chico de todos demostró que es también el más pillo.

Y antes del cabezazo de Varela y de la ovación para Barco hubo un golazo de Luis Advíncula, que había sido el peor del partido, y que con un notable zurdazo al ángulo para empatar y encender la esperanza a los 43 minutos del segundo tiempo.

Debe festejar Boca este primer triunfo en la Copa Libertadores porque le dará un envión anímico muy grande. Tendrá que hacer, también, una profunda autocrítica porque estuvo a nada de perder ante los colombianos y quedar con un pie afuera del torneo de la obsesión.

Hubo un quiebre luego del gol de Jimer Fory Mejía a los 31 minutos del complemento: la Bombonera apuntó contra los futbolistas. “Jugadores/no rompan las pelotas/a ver si se dan cuenta/que están jugando en Boca”, bajó. Y siguió: “La camiseta de Boca/se tiene que transpirar”.

Buscó por todos lados es la Bombonera, ese templo que late. “Y vamos Boca que tenemos que ganar”, se canta en el inicio a puro optimismo. Pero nada pasa en la cancha, los jugadores no se prenden. Los cánticos se intensifican y se ponen más duros. Las respuestas no son buenas. No hay juego en el mediocampo del equipo de Jorge Almirón, tampoco garra. Los colombianos de Deportivo Pereira manejan el balón sin oposición. Y de a poco se animan a visitar el arco de Sergio Romero. Tienen un tanque arriba: Ángelo Rodríguez, que volvió loco a Nicolás Figal. Johan Bocanegra, primero; y Maicol Medina, después, hacen trabajar a Chiquito. Y el arquero no puede parar su furia y revolea una pelota por arriba de los palcos. El insulto se multiplicó en los más de 40 mil hinchas. Ni así se despertó Boca.

Y Llegó la jugada del gol de cabeza de Juan Sebastián Quintero por falta previa a Pol Fernández. El VAR avisó y el uruguayo Andrés Matonte sancionó la falta. Iban 42 minutos de la primera etapa. Ni con ese golpe que no fue reaccionó Boca.

Esa pelota que viajó a la calle de Chiquito Romero muestra lo fue Boca: un equipo apático, sin pasión. “Ni siquiera una patada pegamos en el medio”, soltó al aire un plateísta. Algo de razón tenía porque los volantes colombianos manejaron como quisieron la pelota porque nadie los presionó ni les metió.

El 4-3-3 es un esquema complejo que requiere de mucho trabajo. Lo más sencillo para un entrenador que recién llega y se tiene que hacer cargo de un equipo en crisis, sería armar un línea de 4 bien compacta. Pero Almirón no negocia su esquema, más allá de que meter dos líneas de 4 no sería sinónimo de renunciamiento de su filosofía. No está trabajado este 4-3-3 en Boca, es la realidad. A Óscar Romero le resulta incómodo ser interior y Pol Fernández flota en la intrascendencia. Alan Varela luce solo y sin confianza. Los extremos, Villa y Briasco, desconectados del resto porque a Advíncula le salen todas y porque el juvenil Barco recién regala sus primeros pasos. Igual, con poquito le alcanza al Colo para ser el mejor de su equipo.

No pateó al arco Boca en 45 minutos y tan solo provocó un tiro de esquina, a pesar de que los hinchas pedían y pedían. La única llegada fue una contra que terminó con un disparo apresurado de Romero, que se fue lejísimos. Pereira tuvo las más claras y hasta tal vez mereció un gol.

Mejoró algo Boca en el complemento: mostró otra actitud. Aunque no le alcanzó para jugar bien. El ingreso de Martín Payero por Romero le aportó energía. Pero en una pérdida de Varela, Boca quedó mal parado, retrocedió mal, Romero no salió y Mejía la cruzó para el 1-0. Un golpe que parecía de nocaut. Mucho más después de los insultos.

Pero el fútbol: Advíncula la clavó del ángulo y Varela cabeceó un centro exacto de Barco. Se desató la fiesta. Pudo ser una película de terror.

En la próxima fecha, Boca visitará el 3 de mayo al chileno Colo Colo, y un día después, Pereira recibirá en el estadio Hernán Ramírez Villegas al venezolano Monagas. (clarin.com)