Los cultivos luchan contra un verano despiadado pero la sequía golpea sin tregua al campo

66

 

Los productores enfrentan un panorama desolador. La prolongada sequía castiga la región pampeana y el futuro agrícola depende de lluvias que no llegan.

La extensa sequía que azota a la región central de la Argentina tiene en vilo al sector agropecuario, que acumula daños severos en cultivos clave como maíz, soja y sorgo. En distritos emblemas de la Pampa Húmeda, como Chivilcoy, Carlos Tejedor y Junín, los productores enfrentan un panorama desolador tras un mes de precipitaciones insuficientes y temperaturas agobiantes.

La campaña actual se perfila como una de las más difíciles de la última década. Mientras tanto, los productores siguen mirando al cielo, esperando que las lluvias lleguen a tiempo para salvar lo poco que queda.

“Es un desastre, venimos de dos años muy malos y el productor está desfinanciado. Si no llueve en una o dos semanas, no se van a salvar los cultivos”, advirtió Dante Garciandía desde Carlos Tejedor. Sin pronósticos alentadores, el futuro inmediato pinta oscuro. La falta de agua se traduce en rindes cada vez más bajos. «Algunos maíces tardíos se veían bien hasta el lunes pasado, pero ya van para atrás», explicó Daniel Pasquale, productor de Chivilcoy.

La situación de la soja no es mejor. Las sojas tempranas muestran resistencia, según Eduardo Caruso, de Navarro, pero las de segunda siembra están “achicharradas”, con pérdidas irreversibles. En el caso del sorgo, la situación es dramática: “Está hipersufrido, y encima el precio está por el piso”, lamentó María González Ibarra, agricultora santafesina. El balance preliminar anticipa pérdidas de entre un 20% y un 25% en los rindes.

Los números no mienten. En condiciones normales, las 6,5 millones de hectáreas sembradas de maíz podían aportar hasta 52 millones de toneladas. Hoy, las estimaciones caen en picada con un recorte de al menos 4 millones. Para la soja, las expectativas también son sombrías: cultivos de segunda con crecimiento detenido y “daños irreversibles”, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). En palabras de sus analistas, “necesitan del auxilio inmediato de las lluvias para seguir en carrera”.

La situación se agrava en el norte bonaerense, donde los cultivos luchan contra un verano despiadado. Solo algunas zonas del oeste y sur de Buenos Aires escaparon al desastre gracias a lluvias aisladas en enero. En Navarro, tierra ganadera y lechera, los campos invadidos por el cardo son el reflejo del abandono: “Las praderas no se pueden usar, no sirven para nada”, dijo un productor local.

El maíz, históricamente un bastión productivo, también sufre. “Los lotes excelentes han desaparecido”, afirma la BCR, mientras el 45% de las áreas cultivadas se clasifican como “regulares a malas”. En localidades como Pergamino, los maíces tempranos enfrentan pérdidas de hasta un 40% en los rendimientos potenciales.

En Córdoba, la principal provincia maicera, el calor extremo amenaza con empeorar las cosas. Con localidades alcanzando temperaturas por encima de los 41°C, los maíces tempranos están al borde del colapso. “El golpe es enorme, comparable con la gran sequía de 2022/23”, concluyen los analistas. (baenegocios.com)