Tras el golpe del balotaje intentan rearmar el rompecabezas para pararse como opositores. Las movidas de Cristina en el Congreso y la Provincia de Kicillof como refugió. La Cámpora sin cajas y cómo juegan sindicalistas y piqueteros.
El kirchnerismo, las organizaciones sindicales y los movimientos sociales intentan dejar el mareo que les produjo la paliza en el balotaje y empezar a juntar las piezas diseminadas del rompecabezas en que quedó convertido el oficialismo, Unión por la Patria, después de cuatro años traumáticos en el poder. Aspiran a recuperar alguna razón política de ser frente al gobierno libertario de Javier Milei, que se inaugurará el domingo.
Los aprestos resultan todavía desordenados porque la derrota debilitó todos los liderazgos. Incluso el de Cristina Fernández que, menguante, parece conservar, sin embargo, la mayor fortaleza. La vicepresidenta se despidió ayer del Senado y dejó en claro que se mantendrá activa en el Instituto Patria.
Antes de irse cumplió con su cometido. Dejó algún enigma sobre si el senador libertario Francisco Paoltroni, productor agropecuario con mínima experiencia política, ocupará finalmente el cargo en la línea sucesoria (Presidente provisional del Senado) o si su sucesora, la vicepresidenta Victoria Villarruel, quedará aislada en la cima de la Cámara Alta.
También su mano se extendió en Diputados. Bajó la orden para que Unión por la Patria se negara a votar a Florencio Randazzo como jefe de esa Cámara. Aspiración inicial de Guillermo Francos, el próximo ministro del Interior. Hizo algo para sacar de carrera a Cristian Ritondo, el diputado del PRO. Bajó su ofensiva ni bien supo que Patricia Bullrich sería designada en el ministerio de Seguridad. Suficiente para que el bloque macrista quedara dividido.
Cristina volvió a colocar sobre su mesa aquel “Plan A” elaborado desde principio de año que solo puso en paréntesis cuando la hechicería política y la audacia ilimitada de Sergio Massa dibujó el espejismo de una posible victoria. El “Plan A” consiste en concentrar las fuerzas kirchneristas en Buenos Aires, donde Axel Kicillof obtuvo la reelección. Esa territorialidad es un dato indiscutido. El alineamiento no sería tan sencillo.
La duda inicial fue planteada por Alberto Fernández. Regresó locuaz después de su desaparición forzada de la escena de campaña por exigencia del ex ministro candidato. Hizo una definición que opacó casi todas las restantes opiniones. A días de concluir el mandato cuestionó las mediciones de pobreza del Indec. Organismo dirigido por Marco Lavagna que, como pudo, colaboró con la candidatura de Massa.
El Presidente sostuvo que el 40% que indican las estadísticas no puede ser cierto “porque el país estaría estallado”. Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, informó que en el tercer trimestre aquel 40% habría ascendido a 44.7%. Lapidario.
La polvareda que levantó la confesión presidencial tapó una referencia suya dirigida al ordenamiento de las tribus kirchneristas. Habló sobre Kicillof como “un hombre muy criterioso”. Aunque tiene “la impresión de que no nos representa a todos. Lo digo con todo respeto”, señaló. Proclamó que en el partido habría que “abrir las puertas a todos”. Mencionó a Gabriel Katapodis, Victoria Tolosa Paz y Jorge Capitanich. “Debemos replantearnos muchas cosas”, apuntó.
Su ninguneo al gobernador de Buenos Aires atentaría contra uno de los pocos mojones estratégicos que dispone Cristina en el papel de opositora que le espera. Desde allí deberá ensayar una compaginación interna que no será sencilla por la falta de sintonía de Axel con La Cámpora. En especial con Máximo Kirchner. El hijo de Néstor y Cristina difícilmente pueda conservar a futuro la titularidad del PJ bonaerense.
La Cámpora administrará desde el domingo 12 intendencias en Buenos Aires. Tenía tres y sumó nueve en las elecciones del 22 de octubre. Tal despliegue no alcanzaría a compensar la enorme pérdida de recursos en el plano nacional. Cajas con las cuales ha financiado por años su vigencia política. En las últimas horas se alejó Luana Volnovich, titular del PAMI. También Fernanda Raverta, de la ANSES. Deberá hacerlo Pablo Ceriani en Aerolíneas Argentinas. Un verdadero agujero negro para el camporismo.
Kicillof figura también como pilar en el plan que vienen urdiendo la Confederación General del Trabajo (CGT) y los movimientos piqueteros para confrontar en la calle con el programa de ajuste que promete Milei. Por el momento se trataría de un deseo. El gobernador debe calibrar su exposición debido a que deberá administrar el principal distrito de la Argentina sin la generosidad de fondos que dispuso en los últimos años.
Movimientos sindicales y piqueteros en un acto conjunto en la GCT. Foto: TélamMovimientos sindicales y piqueteros en un acto conjunto en la GCT. Foto: Télam
Los cegetistas y los movimientos piqueteros hicieron una advertencia pública con una exposición en la sede de Azopardo. Un acto que tuvo como excusa la asunción de las nuevas autoridades de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Grupo que históricamente responde a Juan Grabois. El dirigente social que desafió a Massa en las PASO del oficialismo.
Ese músculo fue fortalecido con otras presencias. Emilio Pérsico, funcionario de Desarrollo Social y mandamás del Movimiento Evita. Pablo Moyano, el hijo de Hugo, uno de los secretarios de la CGT que, sin embargo, hace tiempo que está distanciado de “los gordos”. Roberto Baradel, líder de uno de los movimientos docentes bonaerenses. Los ministros Walter Correa y Andrés Larroque, de Buenos Aires. En ellos se quiso encarnar la presunta participación de Kicillof.
La presencia de Grabois en aquel contexto podría considerarse como la señal política más llamativa. El dirigente social estaba distanciado de la cúpula cegetista. Había de verdad un encono mutuo. Algo podría haber cambiado. El argumento para explicar el acercamiento fue un incidente callejero que mantuvo Grabois con una persona que lo increpó. Lo cierto es que fue el primer dirigente, incluso antes que la CGT, en advertir públicamente que resistirá cualquier medida de ajuste del gobierno de Milei.
Pocos días después de la victoria se exaltó contra las propuestas del dirigente libertario descriptas en un reportaje por televisión. “¿Qué te pasa, león?”, interrogó desafiante. Lo acusó de convertirse en el “peor de los traidores” por haberse aliado con Mauricio Macri y llevado a Bullrich a su gabinete.
La dinámica de confrontación de los cegetistas y piqueteros es observada todavía con mucha cautela por los gobernadores y legisladores que completan el mapa oficialista. Estiman que es imprescindible saber de qué se trata después que asuma Milei. También existe entre aquellos indignados prematuros ritmos bien diferentes. Los piqueteros están entrenados porque en los cuatro años que se van supieron, con más y con menos, frecuentar la calle. La CGT debe limpiarse antes el verdín que afloró luego de sus interminables vacaciones. (clarin.com)